domingo, 15 de noviembre de 2009

La Postmodernidad... ¿Crítica a la Modernidad?

La Postmodernidad… ¿Crítica a la Modernidad?
David Ysidro Pacheco Martínez
 Facultad de Ciencias de la Educación


 A la postre, al ídolo del Progreso respondió el ídolo de la Maldición del progreso con el cual se constituyeron dos lugares comunes.
         Paul Valeri citado por Compagnon.




            
Resumen.
La Modernidad, implicó un proceso de cambios profundos a niveles paradigmáticos como no se había visto hasta el momento de su propia implantación y significó un proceso de ruptura a nivel epistémico; Cogitum Ergo sum, lapidaria frase de Descartes, que unida a las propuestas que en el campo de la mecánica inspiraba las reflexiones de Newton y el método inductivo señalado por Bacon, revolucionó los esquema que del conocimiento se tenía, desautorizando por consiguiente a los referentes que de manera dictatorial señalaban los mecanismos a seguir en la producción de conocimiento.
Sin embargo esta Modernidad iconoclasta ha engendrado a su vez un hijo igualmente irreverente, el pensamiento postmoderno, que siguiendo los patrones usados por la modernidad para desautorizar a la escolástica, los usa ahora para desautorizar e invalidar su progenitor, la Modernidad. Sin embargo es conveniente precisar hasta que punto Postmodernidad y Modernidad constituyen espacios antitéticos.
Palabras Clave: Modernidad, Postmodernidad, Cambio, Ruptura, Vanguardia, Globalización.

Abstract.
The Modernity, it implied a process of deep changes to paradigmatic levels like it had not seen up to the moment of his own implantation and it meant a process of break to level methodological; Cogitum Ergo sum, lapidary phrase of Descartes cards, which joined the offers that in the field of the mechanics was inspiring Newton's reflections and the inductive method distinguished by Bacon, aroused excitement the scheme that of the knowledge were had, depriving of authority consequently to the modals that in a dictatorial way were indicating the mechanisms to continuing in the production of knowledge.

Nevertheless this Modernity iconoclast has generated(bred) in turn an equally irreverent son, the postmodern thought, which following the bosses used by the modernity to deprive of authority the scholastic one, uses them now to deprive of authority and to invalidate his progenitor, the Modernity. Nevertheless it is suitable to be necessary until point Postmodernity and Modernity constitute antithetic spaces.

Key words: Modernity, Postmodernity, Change, Break, Forefront, Globalization.









DESARROLLO

La postmodernidad se vislumbra como un monstruo vorágine que trata de devorar el orden impuesto racionalmente, así como todos los paradigmas en que la ciencia y la moral se apoyaban, parece ser que el mundo que conocimos es una utopía que ni siquiera existió, es el hombre que tras probar del fruto del árbol prohibido y tener conciencia de si mismo y del mundo que le rodeaba fue expulsado del Edén de la razón que cuidadosamente fue construido por un triunvirato divino: Newton, Descartes y Francis Bacon.

La filosofía, así como la historia son disciplinas que se encuentran en un constante torbellino de revisiones por lo que la crisis, de la que tanto alarde hacen los filósofos de la postmodernidad, jamás ha estado ausente de estas dos ramas del conocimiento. En medio de este clima de incertidumbre y de crisis (que parecieran haberse descubierto recientemente) todas las piezas del pensamiento desarrollado en las diversas facetas históricas deben observarse bajo una óptica compleja, lejos de cualquier tipo de simplificación, para tratar de darles el sentido histórico correspondiente al epocal en que fueron concebidos, sin perder de vista el hilo conductor causal que pudieran poseer entre sí las diversas etapas por las cuales ha transitado el pensamiento y su consiguiente producción de conocimiento; en este particular, puede captarse de la lectura de Topolski (Topolski, 2001:13) que los elementos derivados del pensamiento de la antigüedad (aún cuando sean superados por nuevas certidumbres) tienen que tenerse presente en la producción intelectual del historiador, por cuanto son la base, el piso filosófico donde se sustentan los nuevos paradigmas; es así donde el conocimiento científico de la actualidad consta de enunciados filosóficos de la época de los presocráticos (aún cuando sea para contrastar sus postulados con el pensamiento contemporáneo), de la Grecia clásica, de la escolástica, la ilustración y finalmente de la modernidad y la postmodernidad.

El descubrimiento de la mecánica clásica por parte de Newton, el racionalismo en que derivó el criticismo filosófico de Descartes, el declinar del poderío absoluto de la iglesia y el surgir de un movimiento cultural a gran escala que buscaba volver a las formas antropocéntricas de los valores grecorromanos con la finalidad de contraponer una cosmovisión antropocéntrica al discurso escolástico con su carga teocrática y conativa que se sustentaba en la imagen de un dios bíblico todopoderoso y severo con el cual la iglesia sustentaba su poderío. Con la modernidad se va a anteponer otro poder igualmente severo y conativo, el de la razón.

El conocimiento en la edad media descansaba en la verdad teocrática y la vigilancia de sus custodios: la iglesia, todo aquel que osara contraponerse a sus sagrados principios caía irremisiblemente en el pecado y por lo tanto era sometido al castigo de los santos y piadosos mecanismos del más acá (la inquisición y los procesos de excomunión) y lo que es peor y tal vez lo más tenebroso, la visualización del justo castigo del más allá que implica el anatema y la quema eterna en el infierno. En este período, el poder del clero era absoluto e inquebrantable por heredar este poder de Simón Pedro quien a su vez recibió este poder del más autorizado para darlo: el hijo de Dios, quien dijo a Simón:
Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las fuerzas del Hades no prevalecerán contra ella....., se te serán dadas las llaves del cielo todo lo que atares en este mundo será atado en el más allá todo lo que desatares será desatado en mi reino (Mateo 16: 18-19).

Es obvio que Pedro tenía el poder para absolver o condenar a los hombres y la iglesia que asume el ser heredera de este poder concedido a Pedro, podría por tanto decidir quien era salvado y quién era condenado; ejemplo de esto lo podemos ver en la venta de indulgencias, ante la cual insurge Lutero y que fue satirizado en el Lazarillo de Tormes, este es un ejemplo palpable de la ostentación de dicho poder por parte de la iglesia.

Un profundo proceso de transformación va a cambiar y trastocar la estabilidad medieval; la derrota de las cruzadas, la expansión de los mercados monopólicos, la revolución industrial, el surgimiento de la ilustración y el liberalismo así como la caída de Luis XVI y la proclamación de los derechos del Hombre y el Ciudadano;[i] todos estos elementos van a crear un ambiente macro social y macro cultural que va a hacer imposible que la iglesia y la nobleza sigan manteniendo el orden escolástico – medieval. Una nueva clase social va a surgir ganándole espacios a la nobleza, la burguesía que poco a poco fue ascendiendo al poder: Juan sin tierra en Inglaterra firma la carta magna, en Alemania se expanden los mercados y finalmente en Francia la burguesía cobra su gran victoria en la Revolución Francesa, al transformar radicalmente el orden monárquico donde perduraban ciertos elementos feudales y medievales, a un sistema enmarcado dentro del sistema económico capitalista en consonancia evidente con la imagen de progreso que ya se había decantado del pensamiento cartesiano.

La Revolución Francesa, fue llevada a cabo, en gran parte, por el accionar de los diversos sectores de la sociedad francesa, principalmente los de bajos estratos, que veían en los ideales de la modernidad, una vía para la construcción de una sociedad más justa orientada en la búsqueda del orden y del progreso, donde se erradicaría el despotismo derivado del absolutismo y del derecho divino de los reyes.

A partir de este momento, para decirlo en términos de Aníbal Ponce, la burguesía sometió bajo su férula a todos los otros sectores de la sociedad: la iglesia, la nobleza, la milicia y sobre todo las clases populares, cumplieron a cabalidad el orden social, cultural y político establecido racionalmente por la burguesía en la construcción del progreso de los Estados Nacionales como fin último y necesario de la civilización.

La evolución y el progreso a que debía llegar la sociedad moderna, se lograría por medio del incremento de la producción de bienes de consumo derivado a su vez del mejoramiento científico – técnico y el uso de la razón instrumental en clara consonancia con el orden moderno, impuesto por la burguesía y basado en las ideas de Descartes, quién a su vez se apoyaba en los descubrimientos del desplazamiento mecánico de Newton. El nuevo orden de pensamiento concebía a la modernidad como el triunfo de la razón sobre el despotismo de la nobleza y de la iglesia, en sí, la modernidad implicó una revolución que hizo del hombre un sujeto cognoscente de un mundo susceptible de ser conocido, en detrimento de la fe y el instrumental aristotélico como herramienta para la obtención del conocimiento.

La modernidad opera bajo el mecanismo de obtener avances en el campo del conocimiento por la vía de la superación del mismo, por medio de las Vanguardias que adelantarían los niveles cognitivos a etapas más desarrolladas y elaboradas en el proceso científico - técnico, donde la educación y la idea de libertad derivaría a una superación individual y colectiva del individuo y la sociedad tal y como lo creía Juan Jacobo Rousseau y Simón Rodríguez. El Emilio y su aplicación sistemática en la educación de Simón Bolívar es una clara muestra del sentido moderno que la educación había adoptado en Venezuela en pleno período colonial.

Con el tiempo, esta modernidad que ostentaba un referente impersonal y ausente de toda función conativa, fue derivando a una especie de dictadura, la dictadura de la razón, que claramente se vislumbra en un Hegel que manifiesta que todo acto al margen de la razón es arbitrario y todo lo arbitrario es absurdo (Orcajo, 1998:18), este discurso que representó en el preludio de la Revolución Francesa un recurso contrario al dogmatismo escolástico, con el tiempo se convirtió en un discurso conativo pues concebía a la razón como artífice de todo conocimiento, estando condenado al pecado del absurdo, según Hegel; todo aquel que se atreviera desafiar los sabios mecanismos de la razón, los cuales conducían ineludiblemente al progreso y bienestar del Estado y por ende del individuo y la sociedad misma, los trasgresores a las normas y mecanismos de control social, racionalmente establecido, no sufrirían sus penas en un infierno eterno, si no el más acá, en un castigo aplicado por lo que Althusser denominó los aparatos ideológicos del Estado, o por lo que Foucault designaba como mecanismos de poder.
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Desde la segunda mitad del siglo XIX, se crearon una serie de expectativas en torno al progreso en general y la importancia que para el mismo tenía la educación, los valores sociales, la comunicación y la idea de la libertad del individuo como fue concebida desde la Revolución Francesa comienza a cuestionarse; estas expectativas utópicas demostraron que estaban más allá de lo que en la práctica derivó el orden moderno a la realidad social de la sociedad occidental. Las teorías de Marx, Freud y Kierkegaard (entre otros) son el punto de partida de una serie de críticas a lo que Hegel llamo modernidad; según Orcajo, esta crítica a la modernidad ha venido llamándose, tal vez con cierta ligereza, venalidad y excesiva generalidad, con el flamante nombre de postmodernidad (Orcajo, Ob. Cit:16).

… “El hombre postmoderno ha empezado a no reconocerse en su imagen anterior y a distanciarse de ella, a veces con nostalgia y a veces con un sentimiento agradecido de profunda liberación”… (Orcajo, Ob. Cit: 15); la postmodernidad ha pretendido venderse como una crítica global, una postura antitética y férrea al orden moderno, presentando no obstante la postmodernidad una flagrante paradoja. . . “Al pretender acabar con lo moderno, rompiendo con éste, reproduce la operación moderna por excelencia, la ruptura” (Compagnon, 1999: 64), al criticar la Vanguardia, por pretender alcanzar el progreso sin conseguirlo en forma tangible en el mejor de los casos, la postmodernidad se presenta como una forma de vanguardia, presentándose en ella un cúmulo de ideas, donde se rescata el discurso nihilista para tratar de explicar los puntos que se le quedaron cortos al pensamiento moderno, tratando en el camino de captar puntos que para la razón cartesiana eran imposibles de precisar; como la imposibilidad de la razón para comprender, explicar y ordenar en un discurso racional la totalidad de los fenómenos tangibles; observemos pues como la postmodernidad al pretender atacar la Vanguardia y la idea de progreso se presenta imperceptiblemente como una idea de progreso, por cuanto implícitamente propone una visión de mayor alcance, cayendo ineludiblemente en una posición paradójica.

Particularmente concebimos a la postmodernidad no como una posición contraria y antitética a la modernidad, como generalmente se le ha señalado, si no como una fase superior de un mismo discurso que se ha revisado y se sigue revisando a sí mismo, hasta el punto de negar (relativamente) los mismos principios en que se sustentaba, “La postmodernidad es la modernidad, pero llevada a sus últimas consecuencias”. . . (Orcajo, Ob. Cit.: 17).

El orden civilizatorio moderno, la misma sociedad contemporánea y el clima de cosificación al que dicha sociedad ha sumido al ser humano se han trasformado en una especie de monstruo de Frankenstein que con pretensiones humanas, con signos de brutalidad y ternura termina por revelarse y rebelarse a su creador (¿burguesía?). De esta rebeldía y revelación surge el discurso postmoderno el cual se presenta en la praxis de dos vertientes, una la de los movimientos contraculturales que es la franca rebelión de grupos sociales de presión y el otro el de la adecuación de la élite ante este clima de protesta para seguir ejerciendo su acción de dominio, estos dos procesos pueden presentarse indistintamente como un síntoma de la presencia de la postmodernidad.

La visión Postmoderna, en ambas vertientes, ha desautorizado la razón en términos cartesianos, ya la razón no puede ser el único vehículo para obtener y aprender el conocimiento de las cosas, el uso empírico de la razón ha derivado a una racionalización que ha creado un sentido común; que se ha fortalecido en virtud de la experiencia cotidiana; el mundo como era concebido correspondía a este sentido común, todo lo que no era susceptible de ser racionalizado, sencillamente no existía. La mecánica clásica, el pensamiento cartesiano y baconiano en que sustenta la racionalidad moderna reglamentó dictatorialmente la producción de conocimientos, solo existía lo que producía la conciencia de un sujeto cognoscente.

A la luz de nuevos descubrimientos la razón ha quedado corta, muestra de ello se constata en que los nuevos descubrimientos científicos se han concebido al margen del uso tradicional de la razón, contradiciendo los márgenes del sentido común y potenciando la creatividad del científico al uso normado del procedimiento práctico y metodológico, incluso Feyerabend, desde la propia introducción de Tratado Contra el Método, (Feyerabend, 2007:01) afirmaba que la ciencia es una actividad esencialmente anárquica inspirada en la visión del investigador, pareciera que la producción científica contemporánea refrendara la frase citada por Parra “la muerte de la creatividad es el manual” (Parra, 2006:28). La física de Eistein y su mecánica cuántica según explica Margenau, ha desafiado todo sentido común, la segunda y la tercera ley de la Termodinámica y el principio de Entropía han quedado desautorizados a la luz de nuevos descubrimientos; según comenta brillantemente Prigogine (Prigogine, 1991:33), la muerte térmica del universo es un hecho improbable ya que las estructuras disipativas al ir perdiendo su energía se transforman, nunca se destruyen. La razón y el sentido común han quedado cortos y ha tenido que recurrirse a otros recursos para ir más allá de lo estipulado por ellos, la mecánica cuántica ha explicado procesos que eran inimaginados según la óptica newtoniana, la imaginación científica le ha ganado terreno a la razón moderna en todas las ramas del conocimiento: física, química, filosofía, matemática; de hecho la geometría de Euclides se ha visto imposibilitada para explicar los nuevos retos de la geometría moderna.

La razón universal de lógica estricta e inviolada, en el sentido hegeliano, fue la piedra de apoyo de todo el conocimiento moderno hasta muy entrado el siglo XX, pero en la actualidad, lejos de inspirar la producción de nuevos conocimientos, empaña y obstaculiza la visualización del científico por su rigidez dogmática que le obliga a consultar los manuales y procedimientos compulsivamente, lo cual cercena la posibilidad de captar nuevas perspectivas producidas a raíz de la imaginación y creatividad del investigador.

Sin embargo, pese a ser la razón instrumental el principal punto a atacar del discurso postmoderno, por considerar a la razón inevitablemente subjetiva en la elaboración de sus juicios y análisis, a la vez que dicha razón ha demostrado su ineficacia para captar la complejidad de los fenómenos reales; la postmodernidad por su parte, ha caído sin darse cuenta en otro tipo de razón, pero ya no de una validez universal si no modal; la razón postmoderna (aún cuando esto pudiera parecer una aporía) es de una validez singular que se ha manifestado con el surgimiento y señalización de cada particularidad social o contracultural [ii]. Con esta nueva concepción, ha surgido una forma de racionalidad modal, inherente y de uso exclusivo del subgrupo social que la produce, con toda la carga social de dicha racionalidad, es decir un léxico afín, una escala de valores y un comportamiento ajustado a cada realidad.

Con el surgimiento de los movimientos feministas, los grupos de respuesta homosexual y de legalización de drogas alienantes de la conciencia [iii] así como los movimientos culturales surgidos dentro de los grupos constituyentes de la sociedad, se puede observar una práctica racional exclusiva y endógena que necesariamente no tiene por que ser compartida por otro grupo exógeno al subgrupo social en cuestión. En forma similar ocurre con el lenguaje, la razón universal contenía a su vez un discurso universal, comúnmente aceptado por todos los componentes de la sociedad; la razón singular de cada subgrupo subcultural o contracultural[iv] posee a su vez un dialecto modal de uso intrínseco a las personas que lo desarrollan; un ejemplo de esto puede observarse en la jerga utilizada por los grupos contraculturales en función de su desarrollo cultural y para la ejecución de prácticas sociales que pudieran ser catalogadas de ilegales y/o espurias por la cultura dominante. El carácter modal también puede vislumbrarse en la razón que motiva este tipo de comportamiento, lo cual a su vez influye en el desarrollo y producción de códigos morales en este tipo de asociaciones; a manera de ejemplo pudiéramos contrastar el orden lógico del montaje y tramoya que implica la puesta en escena de una obra de teatro con la libertad que exhiben los Performance escenificados por grupos subculturales como respuesta anárquica al orden establecido.

Es indudable que se está en presencia de una crisis paradigmática que implica rompimientos epistémicos, lo cual ocurre al corroborarse el fraccionamiento de la razón universal, así como de su discurso, por el descubrimiento de una compilación de razones modales impregnadas de valores éticos – morales lo cual exhibe la existencia de un sinnúmero de dialectos inherentes a la comunicación en cada subgrupo por lo que se evidencia la fragmentación del discurso universal.

Los llamados Metarrelatos y el Sujeto, tal y como fue concebido por la modernidad, también han experimentado una metamorfosis, pues no han desaparecido, “Modernidad y Postmodernidad manejan teóricamente las mismas categorías: sujeto, razón, progreso, historia, libertad, comunicación, arte, lenguaje, etc…” (Orcajo, Ob. Cit.:16), solo que el uso que una y otra hace de cada una de estas categorías es diferente.

Lo que era estrictamente moral, ahora es relativo, lo ético según la razón postmoderna es lo que resulta estético, hasta el nihilismo que se tiene como elemento esencial de la Postmodernidad resulta relativo. El hombre posmoderno es convocado a la solidaridad pero una solidaridad según Brito García “individualista y anarquizante” (Brito García, 1994:45); expresiones como: “haz lo tuyo y no te metas en la vida de los demás”, “vive y deja vivir”, parecieran ser la nueva moral y ética social; el asunto de meterse en asuntos ajenos ya no es recibido con la pasividad de hace algunos años, donde el consejo de “los mayores” era recibido como una vía para alcanzar el éxito (el progreso), en tiempos postmodernos dichos consejos o indicaciones emanadas por las generaciones “adultas” son tomados en su mayoría por los jóvenes con disgusto implícito o hasta explícito. Según Brito García esta defensa de la individualidad es lo que caracteriza la solidaridad de los grupos contraculturales.

Así como la monolítica razón universal se ha dispersado en razones modales y la importancia del sujeto se ha replanteado en virtud del carácter utópico que ha adquirido según las nuevas perspectivas. La religión tiene ya un objeto modal y singular luego de haber sido despojada por la modernidad del efecto conativo y amenazante que tuvo en el medioevo. La moral en si como elemento tangible y universal ya no existe, ésta se ha transformado en una moral grupal que se ajusta y adapta a las necesidades societales de los subgrupos de donde emana; lo inmoral y lo moral son términos que se extinguen en la relatividad.

Una cita de Lyotard hecha por Luis Brito García (Brito García, 1994: 187) explica esta muerte de los Metarrelatos y lo que él llama el fin de la historia, o el cambio en los modelos historiográficos como preferimos llamar a este proceso:

Simplificando al máximo, se tiene por ‘postmoderna’ la incredulidad con respecto a los metarrelatos. Esta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero este progreso a su vez, la presupone. Al desuso, al dispositivo metanarrativo de la legitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía metafísica, y de la institución universitaria que dependía de ella. La función narrativa pierde sus actores, el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito… (Brito García; Ob. Cit.: 187).

Este cambio en la manera de pensar corresponde a la óptica de Kuhn, para quien, este cambio no está gobernado por el deseo expreso de los hombres, si no que viene dado por una razón histórica que afecta a un número de personas. La Postmodernidad ha afectado todos los campos de conocimiento así como la cosmovisión que el hombre tiene de su propia existencia. Por su parte Popper cuestiona la idea de verdad, la cual ocupa un lugar importantísimo en el campo de la modernidad, para Popper, (Popper, (1991:61) el valor de una ciencia reside solo en su refutabilidad, donde la certeza de hoy será el error de mañana, dándole a la verdad el tratamiento de utopía nómada que puede apreciarse en el método de ensayo y error adoptado por Popper.

El cambio de concepción de la razón ante el mundo y ante la ciencia así como los reacomodos conductuales del ser humano ante esta nueva racionalidad es solo una muestra de los grandes cambios que se vienen operando, aun cuando esta visualización sea vista con mucha reticencia e incredulidad, el hombre maduro se resiste al cambio por mero conflicto generacional, correspondiendo a la visión que sobre este conflicto planteaba José Ortega y Gasset, con respecto a éste tópico señala Orcajo: “Hoy se piensa en conformidad con la modernidad, pero se vive de acuerdo a la Postmodernidad (Orcajo, 1998 : 15 .), el hombre contemporáneo piensa de acuerdo a sus valores pero en la práctica se adecua a esta nueva racionalidad.

La Modernidad y la Postmodernidad constituyen procesos complejos que necesariamente no son antitéticos como suele vérseles, por el contrario resultan ambos procesos son complementarios por cuanto, según Orcajo, la Postmodernidad es la misma Modernidad pero llevada a sus últimas consecuencias, pero en función de auto y retro crítica (Orcajo, Ob. Cit.:17 ); algo así como la evolución dentro de la causa.

Por cuanto estos procesos han seguido de cerca la evolución del modo de producción capitalista, Puede afirmarse, según nuestro criterio, que la Modernidad es la hermana gemela del Modo de Producción Capitalista por cuanto ambos nacieron en fecha similar y se han alimentado de los mismo elementos, siendo la idea de progreso cartesiano su sustento principal y existiendo entre ambos una sinergia y concatenación evidente. Con la concepción postmoderna, la vinculación entre esta nueva racionalidad y la práctica capitalista, no ha producido un alejamiento que permita suponer el fin de esta relación análoga, si no que por el contrario ha buscado vías de reacomodo en la exacerbación del consumo, la transculturación y el snobismo, sin los cuales el modo de producción capitalista sencillamente no podría existir.

Las acciones de crítica y protesta surgidas en contra de lo que comúnmente suele llamarse capitalismo salvaje,[v] que en resumida cuenta no es más que la expansión, absorción y reacomodo de las industrias trasnacionales e intereses de estados capitalistas mundiales ante las nuevas expectativas del mercado, para lo cual se han establecido una serie de Proyectos Nacionales, convenciones y acuerdos a escala mundial cónsonos al ámbito de la globalización. En los países del tercer mundo e incluso de países industrializados donde se han dado cita reuniones como las del denominado Grupo de los Siete, los sectores populares han insurgido en contra de lo que en líneas generales se considera un sistema injusto de repartición desigual de la riqueza y el sometimiento de países dominantes a países débiles comúnmente denominados del tercer mundo en una clara relación Centro – Periférica, o como suele llamarse en América Latina como actuaciones imperialistas.

A lo largo de la historia estas protestas al sistema constituido capitalista – moderno, ha acarreado una serie de movimientos subculturales y contraculturales sin que necesariamente estos movimientos llegasen en todos los casos a luchas armadas y/o revolucionarias por las que implícitamente exhortaba Carlos Marx en su llamado a la unión de los proletarios del mundo. Ante la ola de protestas de estos grupos sociales que han derivado a la conformación de subculturas o contraculturas, los grupos de poder capitalistas – modernos también se han modificado y perfeccionado sus mecanismos de dominio; las empresas de capitales oligopólicos han sustituido los monopolios tradicionales; la mercadotecnia japonesa con su sentido ejecutivo centrado en el pluralismo ha demostrado ser más eficiente que la industria tradicional norteamericana. Dentro de la reacción elitesca de la postmodernidad, solo existe un lenguaje universal, el mercado y solo una vía de comunicación: la Internet.

La globalización político – económica y el mejoramiento del conocimiento científico – técnico, así como la expansión de las vías de comunicación vía Internet, son los mecanismos mediante los cuales se han servido las élites de la modernidad – capitalismo para tratar de moldear el mundo en función de sus intereses; como puede observarse la idea de funcionalidad, que parecía haber sido erradicada por la postmodernidad, se encuentra más latente que nunca.
Se puede afirmar por tanto que por ser la Modernidad hermana gemela del Modo de Producción Capitalista y estar ambos procesos a su vez íntimamente ligados a la Postmodernidad, estos procesos se han presentados en los países de América Latina y del tercer mundo con las mismas características centro – periféricas con que comúnmente suele estudiarse la relación entre los países altamente desarrollados y los que suelen denominarse en vías de desarrollo.

En el mundo se han experimentado profundos cambios que han transformado los escenarios socio económicos del sistema capitalista – moderno que se han desencadenado por evolución del devenir histórico, los propios reacomodos de la razón y las posturas subculturales y contraculturales que han obligado a las élites mundiales a adaptar nuevas vías de control y dominio que permitan aplicar controles efectivos a pesar del ambiente de anarquía ante los arquetipos tradicionales a los cuales estaba acostumbrado el mercado y orden establecido; dentro de las estrategias planteadas es la globalización tal vez el elemento que más influye en los cambios mundiales de tipo histórico, económicos, geográficos y hasta dentro del campo del pensamiento y que sin entrar en discordancias con las nuevas formas de pensamiento no se aparta para nada del concepto cartesiano de progreso.

Es indudable que la globalización influye de manera inevitable en la valoración de los patrimonios y acervos históricos de las naciones, motivado entre otras cosas a la proliferación de posturas epistémicas de corte nihilista y a la adopción en las investigaciones de tipo socio – históricas de paradigmas transferidos (por vía de la globalización) que impiden ver lo dado (Graterol, 1996), es decir la realidad, para nada coherente con el entorno social donde se realizan los estudios socio – históricos de América Latina, es decir en el caso concreto del sub continente el estudio de la realidad socio – histórica se realiza con arquetipos transferidos de Europa y los Estados Unidos, lo cual promueve en algunos casos una infravaloración de lo propio, cercenando de paso el florecimiento de epistemes y paradigmas nacionales que permitan observar con ojos críticos la realidad; pudiera observarse en esto la efectividad de las políticas globalizantes y una división perceptible de países globalizantes y países globalizables..

Es innegable que la formación de los Estados Nacionales en América Latina y la visión que se tiene de la trascendencia de los héroes que lideraron este proceso, así como su actuación misma, estuvo y está enmarcado dentro del esquema más puro de la modernidad. Manuel Caballero en su obra “Gómez el Tirano Liberal” (Caballero, 1984: 182) ha planteado que Venezuela fue uno de los países élites en América Latina en la adopción y praxis de teorías liberales, lo cual puede demostrarse con políticas como: la construcción de vías de comunicación, abolición de la pena de muerte (por lo menos fue declarada ilegal), manumisión de los esclavos (lo cual se da incluso antes que en los Estado Unidos) y protección a la propiedad privada, así como el respeto nominal a las normas constitucionales.[vi]

La educación en el mundo occidental y particularmente en Venezuela ha sido encausada dentro del esquema de la modernidad, es decir dentro del orden de progreso cartesiano, y encausado dentro de lo moralmente aceptado y en un leguaje universal normado por la razón instrumental. Este tipo de educación concibe al hombre como un elemento fácil de abstraer y simplificar en un ámbito universal, estableciendo entre los alumnos mecanismos de control para hacerlos entrar en el esquema moderno; en apariencia este modelo de educación ha funcionado en una visualización superficial de la sociedad, sin embargo al contrastar el modelo educativo moderno con la teoría de grupos y subgrupos planteado por Brito García (Brito, Ob. Cit) podemos dejar en claro el carácter aparente del sentido homogenizador de la educación, por cuanto los individuos al salir del aula de clases y del influjo directo del acto educativo formal experimentan una fragmentación en su carga cultural, al salir de los escenarios inspeccionados por la cultura y sus mecanismos de control y entrar en contacto con sus respectivo subgrupos de afiliación societal se observa que el lenguaje de comunicación moderno se fragmenta en dialectos de uso subgrupal; la moral y la ética global se fragmenta en razones grupales, lo universal se transforma en modal y la conducta del individuo se adapta al contacto con copartidarios, miembro de logias o hermandades de fe, todo en consonancia al ámbito social en que se desarrolla el individuo; es preciso aclarar que este doble comportamiento del hombre en ambientes culturales y subculturales, ocurre en la mayoría de los casos sin que el hombre se percate de ello por cuanto el hombre contemporáneo piensa conforme a la modernidad pero actúa según la postmodernidad (Orcajo, 1998:15).

La modernización o la adopción de un proceso capitalista periférico de acumulación extrovertida de capitales (Salazar, 1991:18) forma en América Latina parte constitutiva de un proceso de racionalidad moderno y subsiguientemente postmodernista con visos igualmente periféricos. La postmodernidad ha afectado nuestra manera de concebirnos como personas, lo cual resulta perceptible en formas de expresión como la poesía, la prosa y la arquitectura, donde en la actualidad predomina lo ecléctico ante lo vanguardista, lo cual forma parte de un tópico en extremo complejo como lo es el arte y por lo cual requiere un estudio aparte con un tratamiento más complejo dedicado exclusivamente a este tópico, por ahora, nos enfocamos tan solo en señalar el sentido ecléctico en el arte de elemento disímiles en períodos históricos intercambiando referentes entre ellos (lo cual es el uso postmoderno por excelencia), esto ha estado presente en Venezuela en manifestaciones artísticas donde se han suprimido la posturas vanguardistas, siendo emblemático el movimiento conocido como: “ El Techo de las Ballenas” .

En Venezuela como se ve, se han dado elementos que hacen ver que no ha estado al margen de los cambios que se han escenificado en el mundo, sin embargo la no elaboración de paradigmas propios y la adopción de herramientas de análisis transferidas al unirse con la creatividad propia del venezolano ha dado lugar a la formación de una modernidad ulterior con visos propios de nuestra singularidad, una modernidad – postmodernidad periférica – dependiente particular o un proceso modernizador a la venezolana.












Notas

[i] que fueron inspiradas (como bien lo señala Uslar Pietri) en la carta de Colón a los reyes católicos donde se hablada de un mundo libre de injusticias sociales y de la tesis del buen salvaje que había logrado escapar del atormentante orden que imperaba en Europa.

[ii] En el sentido de rebatir el orden establecido por las élites.

[iii] Son conocidas las acciones del cantante francés Manu Chao en pro de la legalización de la marihuana.

[iv] Luis Brito García hace una clasificación entre grupos subculturales, los cuales tienen ciertas peculiaridades con relación a la cultura dominante; y los grupos contra culturales los cuales tienen diferencias insalvables con la sociedad, por la cual tratan de cambiarla y en muchos casos son perseguidos por los controles sociales.

[v] Este término fue empleado por primera vez por Juan Pablo II para referirse a las desigualdades sociales surgidas en el mundo contemporáneo a raíz de la práctica compulsiva del modo de Producción Capitalista; en América latina este término es utilizado comúnmente por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías.

[vi] Caballero hace énfasis en señalar que Gómez pese a ser considerado un gobernante despótico, fue quien aplicó efectivamente el programa liberal en el ejercicio del poder, demostrando a su vez respeto por las normas constitucionales, por cuanto aún cuando cambió deliberadamente en múltiples ocasiones la carta magna, jamás violó públicamente la constitución vigente.




























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1 comentario:

  1. ¿En Venezuela existe un pensamiento moderno y post-moderno? y se es así ¿cual es su impacto social y educativo?

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